Cuentan que en la casa del célebre escritor Pío Baroja había un gran reloj en cuya esfera lucían ciertas palabras aleccionadoras:
"Todas las horas hieren, la última mata."
La frase viene del latín, "Vulnerant omnes ultima necat" atribuida a Horacio, popularizada como refrán y era habitual su inscripción en los relojes de Sol.
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